Marga Padilla, mentora de Villaverde Experimenta.

En la fiesta de celebración del programa Villaverde Experimenta diez ideas presentaron su andadura. Habían sido seleccionadas, creo, con criterios de diversidad. Y se presentaron en una «gala» muy concurrida, animada y cálida.

Más allá de querer desarrollarse en el distrito madrileño de Villaverde, a primera vista no tenían nada que ver la una con la otra.

Ni por su temática: ¿qué tiene que ver un títere con una receta de cocina?

Ni por sus protagonistas: ¿qué tienen que ver unas maestras de escuela infantil con unos jóvenes practicantes de deporte al aire libre?

Ni por su gestación: ¿qué tiene que ver una idea personal con un proceso de consulta participativa?

Ni por el tipo de saberes que convocaban: ¿qué tiene que ver una antena de comunicaciones con una compostera?

Y, sin embargo, al verlas reunidas no tenías esa sensación que experimentas entre las estanterías de un supermercado, en las que los productos están pegados unos junto a otros, apretados, pero sin nada que decirse, intercambiables, sin más vínculo que el mero dato funcional de que serán consumidos a la misma hora del día.

Esto era otra cosa. Pues, sin mediar acuerdo, se creó armonía. ¿Cómo explicar, si no, la sensación de belleza, alegría, equilibrio activo, modulación de velocidades y pausas e incluso disonancias…? La sensación emocionante de ser parte de un conjunto que emergió por la combinación de unas cosas y otras y, sobre todo, la conciencia que tuvimos de que algo, algo que no estaba antes, había emergido.

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Se dirá que esto son las emociones del momento, algo que se disipa cuando cruzas la puerta de la N@ve Boetticher. Yo no lo creo así.

Si quieres escucharlo, sobre ese armónico de ideas y proyectos puedes seguir el hilo de un dueto en el que dos voces, la de lo común (o los comunes, o los procomunes, dilos como quieras) y la de lo público, se dicen lo que tienen que decirse.

En tono reivindicativo: ¿por qué no hay escuelas de música en los barrios?

En tono desafiante: ¡incluso sin permiso lo vamos a hacer!

En tono constructivo: más compostaje comunitario y menos residuos en la basura; más antenas de comunicaciones inalámbricas en los tejados y menos carestía digital; más salud que nos damos unas a otros y menos soledad y sufrimiento.

En tono afirmativo: para que lo público sea más público vamos a abrir un espacio público dentro de una escuela pública y crearemos espacios de intercambio de información en las calles, y espacios de relación a través de las comidas, y vamos a transformar un túnel sombrío en un lugar de tránsito más habitable.

Las ideas de Villaverde Experimenta hablan de procesos en los que lo común custodia, vela, lucha y se expone para que lo público siga siendo más y mejor público.

¿Puede haber mejor proceso participativo?

Fuente: http://medialab-prado.es/article/publico-mas-y-mejor-publico