Este artículo forma parte de una serie de textos pedidos a personas colaboradoras para ampliar la mirada de Experimenta Distrito. Victoria Clemente, gestora cultural en el Museo Ramón Gaya de Murcia, comparte la suya.

Cultura somos todos. La cultura la hacemos las personas cada día, mientras nos relacionamos, la construimos. La hacen los artistas unidos por causas justas, por visibilizar problemas sociales. La hacen los museos mientras narran historias, mientras se abren a la ciudadanía para darles voz en sus procesos de creación. La hacen todos los ciudadanos que muestran su deseo de ayudar y de mejorar la vida. La cultura somos nosotras, las personas, las mismas que, juntas, hacemos institución cada día.

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Espacio fuera del espacio, siempre en movimiento, siempre por crear, la palabra experimentación es la más importante. Lo que sucede en Experimenta Distrito es magia sincera. La institución se convierte en móvil, desde lo abierto, se trata de una realidad donde, entre todas y cada una de las personas, entre las creaciones que suceden y la existencia cotidiana, entre las creencias, los sentimientos, las cosas y la transfiguración de la creación, se establece una relación de comunión y de alianza interior. Un proyecto donde la metamorfosis es incesante, cada proceso propuesto por el ciudadano y secundado por
los colaboradores es de comienzo único; donde cada prototipo es un eterno recomenzar.

Experimenta Distrito desarrolla barrios y mejora la vida de sus habitantes, pero no queda ahí, ahonda en mucho más. Sin apenas darnos cuenta, nos saca de lo que nos dijeron definido y hermético, nos abre de lo establecido que podíamos pensar y de todo lo que nos dijeron que podíamos hacer. Nos lleva hacia la infinitud de construir desde la utilidad; pero también desde la belleza de lo que nos dijeron inútil*. Lo que importa es el proceso, no los resultados. Si no llega el prototipo del proyecto en la fecha prevista, no importa del todo, ya que habrá sucedido lo relevante: un grupo de personas habrá creado conjuntamente desde lo compartido, desde el diálogo, desde la participación activa y desde la buena intención de mejorar las cosas. Esto, esto es lo bello de Experimenta, la construcción de un tejido social y cultural de elevada calidad y de larga vida.

Volver a lo esencial debe ser el nuevo principio para entender de nuevo qué es cultura y lo que sucede mientras esta se crea. Necesitamos seguir creando desde la calma, desde la aportación de los creadores y de la ciudadanía. Para el ser humano es importante saber que puede hacer todo y que sólo desde la equivocación y desde la idea de desaprender, se aprende. Huyamos de lo actual, y desde lo inactual construyamos la cultura, algo que no pase de moda porque esté en su esencia más pura. Entendamos que todos formamos parte de esta cosmicidad que es la cultura. Hagamos un recogimiento hacia nosotros,
mirémonos y pensemos en la cultura que queremos, y desde ahí, hagámosla.

Y para ello, para que todo pueda suceder, Experimenta Distrito es el lugar ideal. Igual que lo fueron – y lo siguen siendo – el Museo Imaginario de Malraux o el Tercer Lugar de Ray Oldenburg para los creadores y ciudadanos. Experimenta es la posibilidad de lo que nos dijeron imposible o erróneo, es la apertura hacia la claridad o hacia lo que viene a ser el lugar en el que las cosas pueden manifestarse.

Y es que sólo crearemos si nos sentimos libres, en nuestro entorno, si las sensaciones son relajadas, si los objetivos dejan de ser lo prioritario. Lo haremos donde se produzca la juntura, pues en ella, todo es creación e inicio. Y así, Experimenta Distrito se convierte en uno de los procesos más innovadores de creación y construcción ciudadana, en un “espacio” en el que nos servimos de las manos, del gesto de crear en un tiempo que nos hace retornar a la proximidad, hacia la presencia y el sentido que tanta falta nos hace.

Y desde ahí, desde la autenticidad de los laboratorios de innovación ciudadana, seguiremos creando cultura en toda su magnitud, una cultura que progrese construyendo el futuro que imaginamos.

* Ordine, N. 2013. La utilidad de lo inútil.
Victoria Clemente Legaz | @Victoriacl30