Desde el comienzo del inicio de proyecto de Retiro Experimenta, nos hemos visto enfrentados a replantearnos constantemente estrategias de mediación que nos permitan llegar a la gente. Una de las novedades en relación a dichas estrategias ha sido la manera en que nos planteamos realizar dichas aproximaciones, desde una perspectiva creativa y cercana y basadas en estrategias de proximidad, que a nuestro parecer es algo bastante inusual en proyectos socioculturales.
Involucrar a la gente del barrio no es tarea fácil. Cada uno vivimos con nuestras propias agendas y ritmos, haciéndose complicado observar una imagen global que nos permita ver en qué nos beneficia desde el bien común proponer iniciativas que repercutan a medio-largo plazo.
Es por ello, que encontrar el “punto de palanca” apropiado para movilizar las fuerzas y potencialidades internas de cada persona sería el objetivo ideal, no siempre posible, a la hora de acometer un proyecto tan mutante y con tantos desafíos como es Retiro Experimenta.
De esta manera, en un momento determinado en nuestro recorrido como equipo de mediación, se nos hizo necesario preguntarnos sobre el tipo de estrategias de trabajo que pensábamos realizar para poder dar a conocer el mismo, así como las posibles maneras de poder implementarlo. Nos planteamos una estrategia de “acupuntura urbana”, desde donde poder centralizar nuestros esfuerzos en aquellos agentes e instituciones (e individuos también por supuesto) que podrían ofrecernos un cambio cualitativo de manera significativa.
Mapear el terreno ha sido el primer paso, donde la ayuda de nuestro compañero de equipo Joan (figura del “mediador-ancla”) ha sido un elemento fundamental para dar sentido y direccionalidad a todo el entramado de posibles relaciones semánticas y de contexto con el territorio, que nos ha permitido otorgar un posible desplazamiento de la mirada “objetiva” hacia cuestiones donde la subjetividad basada en la experiencia previa prima sobre lo que a priori se podría plantear hacer. Es por ello que nos parece un aspecto fundamental a reseñar, el hecho de tener la ayuda de personas del distrito que conocen y dominan en cierto grado el tejido asociativo, respondiendo a las necesidades propias del barrio.
Desde ese primer punto, era posible empezar a plantearse posibles rutas, estimando tiempos en el calendario  y empezando un envío de correos electrónicos de manera más consciente, concertando citas con cierta antelación, etc. Todo de manera orgánica en función de los horarios y la disponibilidad de cada uno.
El resultado, al menos en mi caso, ha sido una cierta sensación de “conexión” con el distrito, con las necesidades y expectativas de las diversas personas del barrio, de los diferentes individuos que componen el tejido social y asociativo. Hacer una labor desde lo micro, constituye un aspecto fundamental donde la cercanía con las personas, y los afectos, nos cambian y nos afectan (valga la redundancia) a todos, en mayor o menor grado.
Desde ese punto de conexión humana, es necesario trabajar en un proyecto global que intenta crear conexiones emocionales y relacionales por encima de todo, fomentando el trabajo en grupo de manera colaborativa, sabiendo que la suma de las partes puede ser mucho más que el todo.
Es por ello que, como si se tratase de un organismo vivo donde tocando ciertos puntos podemos “sanar” al cuerpo afectado, hemos preferido aplicar la presión suficiente a esos puntos sintientes que afectan al cuerpo completo (el distrito), fomentando una sinergia necesaria que nos afecta y nos desplaza, que nos moviliza y nos altera, desde lo más básico que tenemos, nuestra capacidad de empatizar como personas con los demás.