“En la escalada el cerebro es el músculo más importante”

Wolfgang Güllich

 

Con esta bitácora me gustaría comenzar una serie de tres publicaciones en las que compartir con lectores y curiosas mi particular perspectiva en uno de los territorios donde Experimenta Distrito aterrizó, Fuencarral. Mi pueblo-barrio. Y, por supuesto, el de otras tantas muchas.

Como si de un campamento base se tratase, desde Playa Gata se han ido haciendo diferentes ascensiones a lo largo de estas dos ediciones de Experimenta Distrito. Es curioso, pero precisamente no dejo de experimentar un extraño asombro cada vez que salimos de expedición. Y ya son muchos años recorriendo y re-conociendo esta cordillera de asfalto tanto por oficio como por pasión.

Este shock se produce antes, durante y después de cada partida. Una doble sensación me invade: por un lado la responsabilidad de llevar a buen puerto a quienes acompaño por la ruta. Y al mismo tiempo este sentimiento convive con una especie de libre albedrío, de dejarme sorprender por aquello que pueda suceder, obligarme a salir de mi propia mirada para ampliar mucho más aún esa sensibilidad y ese sexto sentido que hace tu percepción esté más despierta a las necesidades del grupo expedicionario pero, sobre todo, a los cambios que van pasando en el 28034.

Partir de este shock fundacional, como mediador gancho, es vital para buscar y abrir las vías para alcanzar las cimas pretendidas. Y es curioso como con cada ascensión y descenso envejeces. Es difícil comprender y aceptar los diferentes tiempos que tienen las diferentes vidas de los diferentes elementos que configuran este territorio: sus gentes, sus plantas, sus edificios, sus accidentes geográficos, sus leyendas… Un collage transhistórico en el que pasado, presente y futuro de una ciudad se funden en un territorio concreto y en el que los que habitamos este extraño tiempo podemos comprobar como esa mezcla produce mutaciones topológicas: tierras aparentemente de nadie, animales silvestres en medio de barrios-urbanizaciones de lujo, traperas y quincalleros, fachadas de 1900, interiores domóticos, ascensores externos…

Seguimos abriendo brecha. Y siempre atent@s a las huellas y dejando migas de pan.

x Jorge Marrón Abascal