Llevamos algo más de un mes embarcadas en este ilusionante proyecto que es Puente de Vallecas Experimenta. Echando la mirada atrás me sorprendo por la gran cantidad de trabajo, conversaciones, rodeos y momentos de lucidez que hemos experimentado en este corto lapso de tiempo. Y risas, muchas. Cosas de la ilusión y la incertidumbre, en igual medida.
El equipo de mediación que está arrancando esta aventura parte de la diversidad de experiencias: la medicina comunitaria, la arquitectura, la mediación cultural y social, nada más y nada menos; y del conocimiento desigual de la metodología, desde el primer acercamiento hasta la participación en diversos laboratorios con diversos roles. Quizás lo más destacable sea que partimos de diferentes modos de ser y personalidades. Esta diversidad, que se podría leer como una dificultad añadida, la estamos viviendo con confianza y alegría, conscientes de que podemos apoyarnos las unas en las otras en cada momento.
El destilado de este arranque poderoso está en la convocatoria de proyectos, recién lanzada a las redes. A primera vista son pocas palabras ensartadas y un puñado de enlaces, pero concentran lo aprendido, lo desmembrado, lo recompuesto, lo cavilado y lo sublimado en estas semanas de una metodología que lleva ya muchas vueltas –conceptuales, temporales y espaciales- y las que le quedan…
Nuestra mirada se ha construido también gracias a las miradas de las personas que han vivido experiencias anteriores, en otros laboratorios colaborativos de Experimenta Distrito o de las decenas de otras variantes desarrolladas en Medialab-Prado y en otros lugares en todo el mundo. La primera semana de formación ha sido esto: cruzar miradas con toda la gente que “hace el Medialab”, ponerles cara, voz y nombre. Ha sido bucear entre las aristas de este modelo singular de aprendizaje y producción creativa, según el bagaje y la intención de quienes lo piensan, lo acompañan y lo practican, sea cual sea su rol en el tablero de juego.
Como efecto inmediato de la inmersión, el proceso de transformación que se pretende para la comunidad efímera que vamos a generar en estos meses, ha empezado transformándonos a nosotras mismas, como suele pasar cuando te pones en otro lugar, a la escucha.
Y en este tiempo regalado de formación inicial, por si fuera poco, nos hemos estado cuidando y mimando, tomándonos la libertad de generar lazos de amistad entre nosotras. Un lujo que hay que valorar, en estos tiempos de aceleración y precariedad material y emocional que nos ha tocado vivir.

Texto e imagen por Marianna Papapietro