Este artículo forma parte de un conjunto de textos que han escrito las mentoras y mentores de Experimenta Distrito después de participar en el proyecto. Éste recoge las reflexiones de Blanca Callén, mentora en el laboratorio de Fuencarral Experimenta.
“Quiero verte”
“Saluda a tus vecinos”
“Mira los pájaros… y escúchalos”
“Cuida el jardín”
Estos cuatro mensajes, entre otros, fueron pintados por un grupo de vecinas y colaboradoras del proyecto de Fuencarral Experimenta “Este es mi barrio” en las fachadas de algunos locales comerciales del mercado número 1 de Fuencarral. Este proyecto buscaba reactivar y “dar vida” a los mercados del barrio que en su momento fueron los corazones de su vida económica y social. Ahora, sin embargo, la mayoría de locales comerciales permanecen cerrados al público, las infraestructuras están deterioradas y los jardines (de gestión privada) tienden a acumular los restos de los botellones de cada fin de semana.
“Quiero verte”, “Saluda a tus vecinos”, “Mira los pájaros… y escúchalos” o “Cuida el jardín” expresan algunos deseos colectivos para ese espacio que pretenden funcionar como conjuros reanimadores y revulsivos que interpelen a quienes los lean. Estos carteles plasman una serie de posibles usos y prácticas alrededor del mercado que, al ser escritos y visibilizados, están siendo introducidos, de alguna manera, como potencia, en el tiempo presente. Vecinas saludándose entre sí cuando se cruzan en la calle, la escucha atenta a los pájaros que habitan la vegetación del barrio, el encuentro entre dos personas que hace tiempo que no se ven o el cuidado y mantenimiento del jardín interior del mercado podrían ser escenas de un futuro cercano que está siendo invocado, en el presente, desde esos carteles pintados.
Pero si arranco el texto con estos cuatro mensajes es porque parecen “ejemplares”: porque condensan en sí mismos un gesto potentísimo –el de la invocación y actualización de un futuro colectivo deseado– que se repitió en cada proyecto de Fuencarral Experimenta. Imaginarios menos rancios asociados a la copla; la práctica del ajedrez para todas las edades y condiciones; rampas de skate para el barrio; cabinas telefónicas en desuso transformadas en puntos de intercambio de libros; informaciones y consejos útiles de ahorro energético para las vecinas; marquesinas de autobús que facilitan la accesibilidad de las personas en sillas de ruedas; o huertos inclusivos para el espacio de Playa Gata. Estos fueron algunos de esos futuros cercanos y potenciales que primero se imaginaron y luego se diseñaron y pusieron a prueba, a través de discusiones y debates colectivos, croquis, ensayos y errores, prototipos, creaciones y construcciones tentativas, más o menos temporales, realizadas de forma colaborativa.
La potencia de todos estos proyectos (independientemente de los temas que trataran) y del propio Experimenta Distrito, es que ofrecen una oportunidad (en un espacio y tiempo limitados) para ensayar y poner a prueba, para tomar la medida y comprobar la factibilidad de ciertos futuros barriales definidos como deseables por y para algunas de las personas que los habitarán. La propuesta implica que mientras dura el proceso, y a veces también una vez finalizado, se experimenta aquí y ahora, en un espacio delimitado, lo que aún no existía o era una simple idea: y ya está ocurriendo. Se trata así de practicar momentáneamente una política de escala barrial (aunque replicable) y radicalmente presente que no aspira a finalizar y fijarse, sino a ser experimentada y prototipada, con toda la incertidumbre y apertura que eso conlleva. A pesar de que no fuera un objetivo central del programa, el interrogante que aparece entonces es la continuidad de los proyectos: ¿Cuánto de futuro puede tener este presente? Cómo trascender ese espacio protector y de cierta artificialidad del “laboratorio”, para luego mantenerse en el medio natural barrial; cómo impulsarse desde la excepcionalidad del momento para luego hacer más duraderas las propuestas, aun sabiéndose en continua transformación. Quizás la posibilidad de que estas experiencias presentes se estiren, perduren y lleguen a convertirse en futuros resida, entre otras cosas, en las complicidades, simpatías, deseos compartidos y redes de apoyos (económicos, materiales, espaciales…) y alianzas que se hayan ido tejiendo durante el proceso, en el mano a mano entre vecinas*.
* Ni siquiera del mismo barrio o ciudad, pues “es vecina quien se avecina”, dicen en Cruïlles (https://cruilles.wordpress.com/about/).
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