Este artículo forma parte de una serie de textos que es costumbre pedir a las coordinadoras de los laboratorio ciudadanos de Experimenta Distrito para reunir diversas miradas. Isabel Ochoa que ha participado en Villaverde y Puente de Vallecas Experimenta nos devuelve la suya.
De Villaverde a Puente de Vallecas
Han pasado casi tres años desde que se hiciera el primer Experimenta Distrito en Villaverde, donde también tuve el papel de Coordinadora. Mismo proyecto, mismos objetivos. Otro equipo, territorio y enfoque.
Comparar Puente de Vallecas y Villaverde ha sido inevitable -más veces de las que me gustaría reconocer-. Aún sabiendo que entre una y otra experiencia hay tantas similitudes como diferencias, es inevitable el comparar uno y otro; y no marcarse grandes expectativas propias o estar a la altura de lo que se pueda esperar al asumir un conocimiento del proyecto y experiencia en él previo.
Eso no quiere decir que la edición de Villaverde fuera fácil. En absoluto. Fueron tres meses de trabajo muy intenso tanto por el número de horas dedicadas como lo que suponía hacer algo nuevo en todos los sentidos. Nadie tenía claro que esperar, ni cómo iba a salir o el qué… Había más incógnitas que respuestas, y lo único claro era una secuencia de fases que ir superando cual gymkhana. Podría haber pasado cualquier cosa y eso incluye la posibilidad de fallar. Hacer un algo que nadie ha hecho antes contempla, o al menos así nos lo reconocíamos, la posibilidad de equivocarse sin lamentarlo en exceso o tener que considerarlo fracaso. Se trataba al fin y al cabo de un piloto, estábamos desarrollando un prototipo, así que todo error era un aprendizaje.
Puente de Vallecas parte de esa misma secuencia de convocatorias y taller de producción. Con muchas cuestiones aprendidas, entre la que cabe destacar una colaboración más fluida con la institución que acompaña al proyecto desde un inicio, y que se ha visto reforzada por el compromiso que ambos equipos (CMSc y Experimenta) hemos puesto para entendernos y encontrar espacios de trabajo común. Para constituir un equipo hibrido, con compromisos y responsabilidades diferentes, pero misma motivación. Esto último ha sido un proceso de aprendizaje, difícil de definir a priori, pero que a medida que se desarrollaba el proyecto ha sido más fácil ir materializando la colaboración. Otra cuestión ha sido abordar un primer Experimenta atravesada por una temática, y más cuando esta temática es tan concreta a priori como la Salud Comunitaria. Lo que ha supuesto un doble reto: Por un lado, acercarnos a un concepto que sonaba ajeno a la mayor parte del equipo; por otro, incluirlo desde un punto que tuviera sentido tanto al contarlo, como a la hora de realizar las acciones y actividades. Sin embargo, ha resultado una grata sorpresa descubrir la sencillez con la que ambos conceptos pueden complementarse y retroalimentarse.
También, aunque pueda parecer más superfluo, ha sido importante tener ya herramientas creadas como la web, redes sociales o la línea gráfica entre otras. Que aligeran gran parte de las tareas cotidianas, y que posiblemente el arrancarlas de cero hubieran supuesto un gasto importante de tiempo y energía.
Equipo, aterrizaje y mediación:
Por mucho que la experiencia se replique, hay cuestiones que inevitablemente se deben afrontar cada vez como si fueran la primera. En una experiencia donde cada edición cuenta con nuevas personas, una de las más evidentes es ser capaces de ser equipo, entender las potencialidades y limitaciones de cada una, ubicarse en un mismo punto, compartir unos códigos e ideas similares, crear un espacio de confianza, tratar de gestionar en común los malestares y el ánimo dentro de un proceso muy exigente por el tiempo, las condiciones, energía y compromiso personal para quien lo tiene que llevar a cabo.
Tampoco el aterrizaje en el distrito suele ser fácil. Surgen algunas dudas o cuestiones al llegar a los barrios para quienes somos otro proyecto más, lo que provoca una bienvenida desde el cansancio y la desconfianza. ¿Qué es esto? ¿Para qué me sirve? ¿Qué saca Medialab de todo esto? O que te plantea cuestiones que antes no se habían planteado, o al menos, no de la misma forma ¿Puede un espacio autogestionado ocupado participar con alguna propuesta? ¿Cómo pueden participar la infancia?
La propia realidad, sus dimensiones, la fragmentación espacial que sufren, las relaciones internas de convivencia entre la población y dentro del propio tejido social… Requiere de un primer momento de acercamiento al territorio: identificar a los agentes del distrito, conocer las dinámicas y procesos en marcha, abrir contactos para presentarse y conocerles… Estableces formas de comunicación eficientes y eficaces. Estar cerca sin atosigar, invitar sin invadir el tiempo, los espacios y procesos de las personas que ya están participando en diferentes procesos y acciones en el distrito.
Puente de Vallecas Experimenta: un laboratorio distribuido
Puente de Vallecas es uno de los distritos más grandes de Madrid, con más población y diversidad en todo lo amplio que da de sí la la palabra diversidad. Cada barrio es muy diferente y esto eleva la complejidad para un proceso que quiere ser accesible y cercano a cualquier persona o grupo. Supone un reto para la mediación, pero también para la definición del propio lugar donde se desarrollará los Talleres de Producción. No vale cualquier sitio, y el lugar que se busca se hace con unas series de características: espacios amplios y diáfanos, cubiertos, que tengan buena iluminación, con buena climatizados, accesibles y bien comunicados, y que encima estén disponibles.
Si la colaboración insitucional se apoya inicialmente en el CMSc (colaboración con su equipo y uso para el equipo de experimenta de sus instalaciones). El lugar para desarrollar los talleres se plantea nos lleva a otro extremo de Vallecas, al El Pozo del Tío Raimundo. La periferia de la periferia. Esto ha provocado pensar por primera vez en un Experimenta Distrito bicéfalo. Realizado en dos lugares simultáneamente dentro de un distrito. Esto se ha traducido en tener dos puntos de referencia: CMSc y el Centro Cultural de El Pozo del Tío Raimundo. Dos entidades con las que dialogar y a las que hacer participes en la construcción del proceso. Dos formas de colaboración diferentes, con intensidades distintas, pero en ambos casos muy valiosas. Pero también costosa por lo que supone habilitar dos espacios para que los grupos puedan trabajar, mover materiales, organizar herramientas, desplegar al equipo… El laboratorio siempre desborda el lugar definido para el taller de producción. Los grupos piensan y planifican en un espacio cerrado, e incluso pueden hacer unas primeras maquetas, pero rápidamente estas se quedan pequeñas y la necesidad de materializar las propuestas moviliza al grupo y la acción a diferentes lugares del barrio: coles, espacios comunitarios, vías públicas… Eso hace que se difumine los limites del laboratorio, pero también exige un esfuerzo por facilitar que eso sea posible.
Talleres de Producción: Ideas, incertidumbres y tensiones.
Tampoco varia la incertidumbre durante las semanas de los talleres: cómo se encuentran los equipos, cómo avanzan las ideas, se estará haciendo lo suficiente, está toda la información necesaria, de verdad les está resultando útil, esto tendrá un recorrido más allá de los talleres… son algunas de las muchas cuestiones que revolotean las cabezas a medida que van pasando los fines de semana. Preguntas que siempre van a estar en abiertas porque las respuestas están en quien participa.
Los talleres son el espacio donde se concentra más ilusión y energía, y también donde hay más tensión. Tensiones que tienen que ver con los cuestionamientos propios de quien quiere dotar de autonomía a los grupos y acompañarles a la vez en su proceso, ayudando pero sin ser asistencialista. De quien tiene que realizar la producción de diez proyectos, con la cantidad de compras de materiales que supone, sin entender del todo las necesidad o lo que está comprando. Tensiones al ver como el tiempo pasa y la presentación se acerca, tensión por lo que supone que los permisos no lleguen, o limiten alguna acción… Una tensión que se inicia desde el primer momento que se empieza a trabajar en el territorio y en donde se aspira a que la gente reciba la propuesta con entusiasmo y se anime a participar y que va más allá de la presentación de los proyectos cuando llega la temida pregunta de «¿Y ahora qué?». Una tensión que no se debe entender como negativa, sino más bien, como una consecuencia de las muchas preguntas y dudas que se abren, y del deseo por hacer algo que de verdad tenga sentido para el barrio, para Medialab y para el equipo que lo está realizando. Una tensión que no puede bloquear (no existe tiempo ni posibilidad para verse superada por estrés, la incertidumbre o el cansancio cuando se está trabajando con dinero público, y sobretodo con el tiempo e ilusión de las personas). Sino que se trata de una tensión que motiva superarse, a tomar decisiones rápidas que sean las mejores o, por lo menos, lo menos malas. Tensiones que ponen el foco en no traicionar las expectativas propias ni ajenas. Por hacer desde la responsabilidad un proyecto basado en la colaboración, con todas sus dificultades, contradicciones y limitaciones.
Una tensión que aunque amenaza con desbordar no lo hace. No puede hacerlo gracias a la actitud y energía del equipo, a la confianza de quienes participan desde alegría, ilusión y creatividad, a unas inteligencias que ayudan a contener y resolver las situaciones. Debido a una generosidad que hace que los costes personales, por elevados que sean en ocasiones, no sean mayores que los beneficios generales. Y un saber que permite ser capaz de adaptarse a los diversos escenarios, y actuar con determinación ante los retos que se nos plantea de forma colectiva.
¿Todo esto para qué?
Hay muchas formas de relacionarse y fomentar el diálogo y la cohesión social. Desde Experimenta Distrito se plantea una en la que se pone en el centro el desarrollo de una propuesta que mejora la vida en común. Un reto ambicioso, que sin embargo, se termina desarrollando de forma “sencilla” a través de la construcción de un prototipo. Qué sea sencillo no significa que sea fácil. Detrás de cada prototipo, independiente de su resultado, existe la necesidad de generar una idea mínima común para realizar entre quien promueve y colabora; un entendimiento que no tiene que ser fácil de primeras máxime cuando la gente no se conoce, lo conocimientos son diversos y las expectativas pueden ser distintas. Esta dificultad inicial siempre se supera gracias a una motivación por superar un reto común que es más fuerte que las diferencias, y que construye la base del equipo de trabajo.
La complejidad para poder realizar el prototipo no queda sólo en la formación del equipo. Sino que es común que la idea afecte de algún modo al espacio público lo que provoca la necesidad de abrir diálogos con otras áreas del ayuntamiento. Y es en esto, el diálogo, donde se genera el Experimenta. Es a través de la conversación entre los distintos grupos donde se genera las colaboraciones entre proyectos, y donde se generan otras formas de vínculos. Es en las preguntas y dudas que desde mentoría y mediación se realizan donde se abren preguntas que a veces tienen fácil respuesta, y otras que invitan a probar, ensayar, y aprender quizá no tanto para dar con una respuesta, tal vez, tan sólo para descartar ideas erróneas y formular nuevas y mejores preguntas.
Algunas conclusiones…
Cada Experimenta Distrito sucede de una forma diferente, es inevitable. Al igual que el desarrollo y recorrido de cada grupo lo es. No importa. No es lo relevante. De la misma manera que tampoco lo es que el prototipo se llegue a materializar durante esos fines de semana, o si la idea se termina descartando, o muta a otra cosa. Es el diálogo que abrimos, desde donde confluye (lo público, lo colectivo y lo común), las preguntas que empezamos a hacernos, las personas que nos encontramos y con las que compartimos (una idea, una herramienta, la comida…). Es el atreverse a hacer y probar sin miedo (porque todo estará bien), es la confianza, el sentirnos reflejados en nuestra motivación y propósito para poder trabajar conjuntamente, es ser partícipes de algo pequeño pero que puede llegar a cualquier parte…
Cada Experimenta Distrito es una pequeña aventura. También lo ha sido Puente de Vallecas Experimenta. Empezamos como agentes nuevos en uno de los barrios con una de las identidad más fuertes y señaladas, pero del que sólo alguna cosa sabíamos. Poco a poco fuimos descubriendo las diferentes realidades del distrito, generando complicidades y confianzas, desarrollando vínculos y afectos. Dejando de ser un agente nuevo para empezar, de forma tímida, a ser parte del distrito.
Ha sido breve e intenso, con grandes aprendizajes y momentos, pero en la que aún quedan muchas preguntas e interrogantes por hacerse. Y es que Experimenta debe ser un proyecto vivo, de carácter inconformista, con la obligación de revisarse para seguir haciendo más y mejores “Experimentas”.
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