El primer fin de semana de talleres se ha concluido con una tarea específica, que ha traído de cabeza a promotoras, colaboradoras y equipo del PVE: la de redactar, entre todas, la lista de todo lo que hace falta para materializar los proyectos. Cómo no podía ser de otra manera, la lista ha tomado forma de fichero de excell, diseñado por Helena, que tiene tablas en esto…
También este fichero tiene el espíritu experimental de todo el programa, ya que es fruto de la experiencia maduradas con la metodología de los talleres colaborativos. Pide a las participantes de ser lo más precisas y detalladas posible en la descripción y las cantidades, con una referencia web para que la gente dedicada a la producción sepa qué tipo exacto de tornillo, planta aromática o desatascador se necesita. También incorpora las herramientas que van a ser utilizadas en cada fase del trabajo, para poner a disposición de los proyectos todo lo que necesitan.
Al final del domingo las talleristas han desfilado hacia la mesa de mediación, llevando a cuesta sus ideas y todo lo que han dado de si en este primer fin de semana, gracias al trabajo colaborativo y a las aportaciones de mentoría y mediación.
El precioso (por bonito y valioso) fichero resultante, compartido con el equipo en la nube, se ha ido modificando, completando, coloreando, según avanzábamos en la producción, guiadas por la experiencia y el buen hacer de Leticia, nuestra bodeguera. Hemos empleado mañanas enteras en grandes superficies y tiendas de barrio entre pinturas y tornillos, nos han asaltado dudas y más dudas sobre items indefinidos, y hemos emprendido búsquedas paralelas de apoyo de instituciones y colectivos para administrar sabiamente el dinero del que disponemos.
También, en constante contacto con los grupos de trabajo, hemos intentado incidir en algunos aspectos de los proyectos, incluyendo materiales más sostenibles, racionalizando cantidades, organizando los tiempos para permitir compartir recursos entre proyectos y haciendo cambios según las disponibilidades que nos encontrábamos.
Se nos ha quedado clavada una espinita… en las semanas anteriores a la celebración de los talleres, nos hemos puesto en contacto con los almacenes del Ayuntamiento de Madrid, los hemos visitado, nos hemos sorprendido por la cantidad de valioso material conservado en enormes naves: carrozas de reyes magos, restos de desfiles de años nuevos chinos, atrezos de obras de teatro, esqueletos de instalaciones de fiestas y celebraciones callejeras, una cantidad de lonas de eventos institucionales suficiente para forrar estadios… Hemos redactado una lista de cosas que habrían podido servirnos para el espacio del CC el Pozo y para los proyectos… pero finalmente no hemos podido acceder a ellas, porque los tiempos de la administración no son los mismos que los de nuestra acelerada agenda. Creemos que el contenido de los almacenes de Madrid tiene que estar a disposición de la ciudadanía, de otras administraciones y de entidades sin ánimo de lucro, para hacer un uso racional de los recursos públicos y dar una segunda vida a objetos y materiales en perfecto estado, para evitar que se deterioren y acaben en vertederos. Pasos en esta dirección se están dando también desde el Medialab Prado, gracias a la investigación «Prototipando el relato» de Adrián de Miguel y de colectivos como Basurama y Arquitecturas Colectivas.
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