No es muy común que gente que no se conoce se junte para desarrollar proyectos e ideas. Tampoco que lo hagan en los locales de una biblioteca municipal y que no tengan un plan de trabajo concreto, sino que se juntan para ver qué ocurre. Eso es lo que pasó el primer fin de semana de talleres de producción de Moratalaz Experimenta (26, 27 y 28 de mayo).
El cóctel veraniego de emociones arrancaba después de que todo el mundo se ubicara en las mesas: sorpresa, emoción, paciencia, complicidad, afectos, re-conocimientos, experiencias y aprendizajes. Cóctel vecinal sin código de vestimenta pero con lógicas de pasarlo bien, sin lista de invitados VIP y apostando por el acceso universal; sin Ferrero Rocher pero con sándwiches llenos de cariño. No había influencers, ni poses sino gestos afectivos de escucha activa.
Todo el mundo lució un look perfecto: sonrisas muy largas, estampados de entusiasmo, alegría sin mangas y ganas de empezar informales pero elegantes.
El cóctel ayudó a que los equipos empezaran a trabajar, a ir contrastando sus ideas y a conocer(se) mejor el camino a recorrer de los días posteriores. El sábado y el domingo siguió el ritmo de trabajo y de colaboración. Cansancio, debates, charlas, malentendidos, pequeños enfados, ajustes emocionales. Todo se convirtió en un experimento, en tanteos, en pruebas, en ensayos. La única máxima que hubo en este primer taller de producción fue el dejarse llevar.
Pedro Barrios Sánchez
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